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Teología de la Historia
Enrique Ramière, S. J. es denominado segundo fundador del Apostolado de la Oración, porque consolidó y dinamizó en la segunda mitad del siglo XIX la obra del P. Gautrelet, su primer fundador, configurándolo como medio para injertar a sus miembros en la vida divina mediante su entrega al Sagrado Corazón de Jesús, el Verbo hecho carne, cuyo Corazón es símbolo del infinito amor misericordioso que Él nos tiene, ya visualizado en la imagen del crucifijo y ya venerado en la realidad suprema del sacramento de la Eucaristía, desde el principio de nuestra Redención al comienzo de la Iglesia.
Ramière, a la vista de las catástrofes producidas por la
revolución en marcha desde un siglo antes que el suyo,
comprendió más a fondo que los anteriores apóstoles del
Sagrado Corazón las virtualidades de la reiterada promesa del
Sagrado Corazón de Jesús, el Verbo hecho carne, en Paray le
Monial, «reinaré a pesar de mis enemigos y de los que a ello
quieran oponerse», la mayor de las
promesas de Paray,
porque reinar Jesús es lo contrario de que vivamos como
si Dios no existiera, que es el objetivo de la revolución, y que
es lo que quiere Satanás que hagamos; y por consiguiente, vivir
como si Dios no existiera es hacer lo que quiere Satanás, es el
sometimiento al imperio de Satanás. Y Ramière se dio cuenta de
que nuestra liberación del imperio de Satanás, que es el Reino
de Dios, el reinado en nosotros de Jesús, el Verbo hecho
carne, que es nuestro bien, nuestro máximo bien, nuestro bien
total, estaba unido a lo que ya se llamaba devoción al Sagrado
Corazón de Jesús, que no es sólo devoción, sino entrega a
Dios, a amarle disfrutando de su Amor donante, simbolizado en el
Sagrado Corazón de Jesús. Y esto es lo que significa la
expresión empleada desde entonces, "el Reinado Social del
Sagrado Corazón de Jesús", que nuestro máximo bien, que
es el liberador Reino de Dios, es por el infinito amor
misericordioso que nos tiene, por lo que Él nos lo va a dar. No
sólo en su dimensión personal, que es la primordial, por cierto,
sino también en su dimensión social, la que con la fórmula,
nueva en el siglo XIX, "Reinado Social", se expresaba.
Fue nuestra doctora la que, como tantas otras cosas del núcleo
del evangelio, puso de relieve de parte de Dios la prioridad de
la dimensión personal de la devoción y entrega al Sagrado
Corazón y la ilimitada confianza junto con el completo abandono
en el amor infinitamente misericordioso de Jesús, el Verbo hecho
carne, el papel totalmente activo del Creador y Redentor y el
papel totalmente receptivo de la criatura redimida en ese amor
mutuo; y nos enseñó con su doctrina y con su ejemplo a
ofrecernos como víctimas de su amor infinitamente misericordioso
que es lo mismo que ofrecernos como víctimas de su reinado en
nosotros, sólo con su gracia, en especial con la Gracia Increada,
el Espíritu Santo, que Jesús el Verbo hecho carne, nos da para
ello de parte del Padre.
Estaba ya en las revelaciones de Paray la conexión del infinito amor misericordioso que Jesús, el Verbo hecho carne, nos tiene con su prometido, profetizado y anunciado reinado en cada uno de nosostros, los hombres, varones y mujeres, y en el conjunto de nuestra sociedad humana. Lo pusieron de relieve el jesuita ignaciano Enrique Ramière y nuestra doctora. Es el reinado social del Sagrado Corazón de Jesucristo, nuestro Señor, lógicamente lo más contrapuesto a la revolución moderna y posmoderna, antropocentrista, racionalista, liberal y socialista. Pero la reducción de lo social a lo asistencial, que sirvió al objetivo de Satanás de desactivar la conexión sobrenatural de la vida de muchos eclesiásticos, seculares y mucho más aún religiosos, también le sirvió para poner en crisis la devoción al Sagrado Corazón en los que ya no la tenían ante todo en su dimensión personal.
La buena noticia de que Dios nos da su reino y todo lo demás
La devoción al Sagrado Corazón y su crisis
Estaba ya en las revelaciones de Paray la
conexión del infinito amor misericordioso que Jesús, el Verbo
hecho carne, nos tiene, con su bíblicamente profetizado,
anunciado y prometido reinado en todos y cada uno de nosostros,
los hombres, varones y mujeres, y en todas las naciones. Lo puso
de relieve el jesuita ignaciano Enrique Ramière. Es el reinado
social del Sagrado Corazón de Jesucristo, nuestro Señor,
lógicamente lo más contrapuesto a la revolución moderna y
posmoderna, antropocentrista, racionalista, liberal, socialista y
posterior. Pero la reducción de lo social a lo asistencial, que
sirvió al objetivo de Satanás de desactivar la conexión
sobrenatural de la vida de muchos eclesiásticos, seculares y
mucho más aún religiosos, también le sirvió para poner en
crisis la devoción al Sagrado Corazón en los que ya no la
tenían ante todo en su dimensión personal, que es la primordial,
por cierto, y que fue puesta de relieve por nuestra doctora con
su doctrina del caminito y con su vida.
(LEER MÁS).
Ser víctima del reino de Dios y ser víctima del amor de Dios
El decisivo libro de Echave sobre el martirio del obispo Irurita
El lema del Apostolado de la Oración, hoy Red Mundial de Oración del Papa, es "adveniat Regnum tuum".
En el padrenuestro, Jesús,
el Verbo hecho carne, nos enseñó a pedirle a Dios Padre, entre
otras cosas, "venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo". En ambas peticiones, pedimos
vivir y obrar según la voluntad de Dios, que es nuestro máximo
bien, el máximo designio divino para con nosotros y lo que más
desea Jesús con su corazón de hombre que aceptemos como un
retorno de amor receptivo nuestro a su amor donante.
En la primera, "venga a nosotros tu reino", le pedimos
al propio Dios, cumplir ya siempre la voluntad divina, le pedimos
que nos conceda someternos definitivamente de forma efectiva a la
voluntad divina en nuestra propia persona, ya; en la presente
situación, en la que cada vez más se impone generalizadamente
vivir como si Dios no existiera; se impone generalizadamente,
masivamente, en nombre de todo el colectivo humano, ante el cual,
cada uno de sus miembros somos cada vez más ninguneados. Y aun
así pedimos vivir según Dios cada uno, le pedimos que reine en
uno mismo. Y lo pedimos en plural. Pedimos que todos y cada uno
vivamos y obremos según Dios. No según el cada vez más enorme
y opresor colectivo fáctico anticristiano, el Anticristo
colectivo.
La otra petición, "hágase tu voluntad en la tierra como en
el cielo" es que reine Dios en todas las naciones, en el
colectivo humano mundial. El reino de Dios. Además en la tierra.
En el cielo no hay naciones. Pero es que además pedimos
explícitamente el Reino de Dios en la tierra. Así nos lo
enseñó Jesús. Y lo pedimos no en vano. Se hará. Se nos
concederá. Está concedido. Se realizará cuando Dios quiera. En
cualquier momento desde la Ascensión, puede ser ya. Y será por
intervención divina en el momento peor y de mayor ninguneamiento
persecutorio anticristiano. Aunque "hágase tu voluntad en
la tierra como en el cielo", como segunda parte aclaratoria
y redundante, en la poética semítica, de la petición anterior,
tiene ante todo una vertiente personal de aceptación de lo que
Dios permita o haga que nos ocurra, que requiere que veamos en
ello la mano de Dios, grande y amorosa, y ante todo la besemos
con alborozo, al notar que se digna ponerla en nuestra
insignificante menudencia, cuando nos ocurre algo desagradable,
pero también cuando es lo agradable lo que nos sobreviene.
Ramiére cultivó la Teología de la historia, ya cultivada antes por san Agustín y por Bossuet, pero fue él quien le dio este nombre de Teología de la historia.
(Continuará, si Dios quiere)
La profecía del Emmanuel nacido de madre virgen
El verdadero Israel, heredero del Israel bíblico, es la Iglesia
Aportaciones urgentes a la teología de la historia: el reino de Dios.
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La presencia de Dios en su reino consumado en la tierra no será pues en modo alguno visible más que uando Él quiera, de suyo no será visible para nosotros, como ya nos advirtió (Lc 17,22)
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"La vocación de Israel, del
«Israel de la carne», y el entronque de la vocación cristiana
con la providencia misericordiosa sobre el pueblo de los hijos de
Jacob, constituye el tema central de la Teología de la Historia.
El Vaticano II señala también en esto una dirección de retorno
a las fuentes".
(Francisco Canals Vidal: La
salvación viene de los judíos. Cristiandad, Barcelona. Año
XXVI, nº 418, diciembre de 1965)
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CANALS La esperanza cristiana en la liturgia de
Adviento
CRISTIANDAD, diciembre de 1995.